El nuevo presidente de Honduras, Porfirio Lobo
Bien, lo cierto es que el golpe de Estado del 28 de junio capitaneado por Roberto Micheletti no tiene justificación posible, por lo que el gobierno de transición consiguiente carece de autoridad política desde el punto de vista democrático. Hay un principio básico según el cual un presidente elegido en las urnas sólo puede ser depuesto por las urnas, es decir, por un nuevo presidente democráticamente elegido.
Ahora bien, hay que recordar que el presidente de iure, Manuel Zelaya, fue invitado a participar en las recientes elecciones bajo condiciones que parecían mayormente razonables; y a pesar de ello, Zelaya se negó a aceptar tales condiciones, con lo que echó a perder la dignidad debida a su postura.
Nos parece que el nuevo dirigente, Porfirio Lobo, merece un voto de confianza, con más razón cuando sus primeras palabras tras el nombramiento han expresado el deseo de establecer un gobierno de consenso entre todas las partes políticas implicadas.
Desde mi punto de vista, Zelaya actúo de la única manera posible que le quedaba.
ResponderEliminarBajo un golpe de estado manifiesto, resulta imposible garantizar la limpieza democrática del proceso electoral, sobre todo en lo concerniente a la campaña.
Salvando las distancias... En el regimen franquista... ¿Quién hubiese osado levantar la bandera del discenso, a pecho descubierto, mientras la policia y los militares tomaban buena nota de todo?
De que otra manera si no se podría explicar el sentido del voto de un pueblo marginado bajo el manto de la miseria y de la pobreza y que encima salga como ganador de las elecciones un personaje reaccionario perteneciente a las castas de la oligarquía hondureña.
Ya Micheletti y sus secuaces han conseguido su principal y verdadero propósito: Mantener el orden social y económico inalterado.
Salúos.
Antes de nada, Chacequem, gracias por acercarse a exponer tu punto de vista.
ResponderEliminarSí, en parte estoy de acuerdo con usted: Zelaya no tenía muchas posibilidades entre las que elegir, esa es la verdad. Y al igual que usted, yo también he pensado en los paralelismos entre la actual situación de Honduras y la que dio lugar a la dictadura franquista; pero aun así, hay diferencias notables entre un contexto y otro.
Todo el problema gira en torno a la validez jurídica de las recientes elecciones, que no han sido todo lo neutrales que nosotros desearíamos. Pero así y todo, creo que la situación a la que se ha llegado no es el peor de los mundos posibles, así mismo creo que a Lobo debe juzgársele más por sus propósitos que por su pasado, y de momento su actitud no hace más que dar buenas señales, señales que apuntan a una reconciliación nacional.
De todos modos, le vuelvo a agradecer su aportación.