Nick Griffin, víctima de un encontronazo callejero
La BBC ha abierto sus puertas a Nick Griffin, presidente del BNP (British National Party), partido británico de ultraderecha, invitándole a participar en un debate de actualidad llamado Question Time. En vista de ello, algunos medios de comunicación han puesto el grito en el cielo ante lo que consideran un atentado contra la dignidad filantrópica y bienpensante. El caso es que el BNP recibió en las últimas elecciones europeas el respaldo de no menos de un millón de ciudadanos británicos, siendo la sexta fuerza más votada con un 6,2% del total.
Pues bien, silenciar a Nick Griffin significa tapar la boca a un millón de británicos, silenciar a Nick Griffin significa recortar la libertad de información de todas las personas interesadas en conocer el programa ideológico del Partido Nacional Británico. Si nosotros, que somos demócratas, queremos mantener a raya los fanatismos políticos, debemos atenernos a las reglas del juego democráticas y guardarnos de quitarle a nadie la palabra de la boca.
Inteligente es quien no da importancia a lo que no la tiene; por lo tanto, más vale olvidar el affaire de Nick Griffin y la BBC y ponerse a indagar en las causas que hicieron posible el creciente descontento de ese porcentaje de la población que votó a la ultraderecha. Ahí es donde hay que atajar el cáncer: en sus orígenes. De nada sirve lamentarse ahora.
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