domingo, 29 de noviembre de 2009

Iconos religiosos y espacio público


Una de las tres mezquitas con minarete emplazadas en Suiza

Ni el laicismo iconoclasta ni la invasión moral del espectro religioso. Ninguna de estas posturas cabe en las sociedades pluralistas. Hay un fundamentalismo cultual y expansionista que trata de imponerse en el espacio público y, a la vez, hay una intolerancia aconfesional que margina la libertad de creencias al marco doméstico. Las dos posturas están fuera de lugar.

Después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenciara a favor de limpiar las escuelas públicas de crucifijos, unas mil personas se han echado a la calle en Roma reclamando la legítima presencia de símbolos cristianos en el paisaje común cultural. Con motivo de esta manifestación, Benedicto XVI ha querido poner en valor la raigambre del crucifijo a lo largo de la historia de Europa. Bueno, en relación con esto, hay que decir que existe una diferencia entre la exhibición de un símbolo religioso por parte de una institución pública, algo que debe condenarse; y el hecho de que una persona muestre uno de esos símbolos a título individual, algo que debe respetarse. El crucifijo clavado en la pared del aula del colegio público y el crucifijo que cuelga del cuello del alumno del colegio público tienen un significado jurídico distinto.

La otra cara de la moneda, la del laicismo obtuso y recalcitrante, la tenemos en Suiza, donde el 57% de los electores ha votado contra la posibilidad de que las mezquitas del país incorporen un minarete en su estructura. El plebiscito, que fue promovido por la ultraderecha nacionalista helvética, ha levantado las alarmas en el resto de la clase política del país; y no sin razón, pues la imagen internacional de Suiza va a verse resentida como consecuencia de esta desafortunada decisión electoral. La misma Conferencia Episcopal ha lamentado el resultado de las urnas. El caso es que no hay ninguna razón para prohibir la edificación de los minaretes cuando se mantienen en pie los campanarios de las iglesias católicas y protestantes; en realidad, no hay ninguna razón para prohibir la construcción de minaretes comoquiera que ello no desbarata los derechos de nadie.

                                                                               

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo con tu entrada.

    Hay una clara diferencia entre los símbolos que uno porta encima por decisión propia y los que pretenden presidir las aulas como icono identificativo de quienes allí se encuentran.

    Un estado laico debe garantizar la asepsia total de elementos mágicos de cualquier creencia religiosa.


    Salúos.

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  2. Hola, Chacequem. Gracias de nuevo por hacernos parte de tu punto de vista.

    Crítico con el laicismo como soy, creo que la "asepsia total" no debe extenderse a todos los rincones de la sociedad. Por ejemplo, ¿es legítimo que un colegio concertado dirigido por el clero ostente iconos religiosos de puertas adentro de la escuela? Pues se trata de un tema controvertido, tanto que yo no sabría dar con una solución clara. ¿Dónde acaba lo privado y dónde empieza lo público en lo que respecta a los colegios concertados?

    Gracias. Nos leemos.

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