martes, 10 de noviembre de 2009

Las rabietas de Corea del Norte

                                                                              

Un soldado surcoreano mira a través de un telescopio

En estos días en que media Europa festeja a bombo y platillo el desmorone del Muro de Berlín, que en realidad era un muro entre dos alemanias o, mejor aún, entre dos mundos; el último encontronazo entre las dos coreas ha venido a recordarnos que todavía hay reductos del planeta anclados en el pasado.

En efecto, aún sobreviven dinosaurios comunistas a los que no les llegan los periódicos desde hace más de veinte años. Y es que el inmovilismo es cosa mala. Lo cierto es que el Mar Amarillo acaba de ser escenario de una escaramuza entre las flotas de Corea del Norte y Corea del Sur. La naumaquia se ha limitado a un intercambio de cañonazos sin que esté muy claro si se han producido muertes entre los tripulantes del navío norcoreano.

No falta quien piensa que la refriega no es más que un esfuerzo del país comunista por llamar la atención del presidente Obama, que estará de gira por Asia en unos días. Así, la pataleta de los comunistas no tendría más sentido que dar un puñetazo en la mesa de las negociaciones bilaterales que se ocupan del plan de desarme atómico del país norcoreano, como si el régimen de Pyongyang estuviese en condiciones de hacer tal cosa.

Curiosamente, el régimen comunista de Corea del Norte siempre se ha mostrado de lo más timorato en relación con las relaciones comerciales y decididamente audaz respecto a las relaciones belicosas. Da la impresión de que estos dinosaurios sólo saben hablar el lenguaje de las armas, da la impresión de que los únicos agujeros que abren en el muro de la infamia están destinados a procurar una aspillera a sus cañones. También es cierto que no podemos esperar otra cosa de un régimen que tiene a su población enfangada en la hambruna y el militarismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario