sábado, 13 de marzo de 2010

El largo camino a las urnas en Iraq

Una mujer iraquí ejerciendo su derecho al voto
                                                                                 

Cuando en 2003 el presidente Georges W. Bush le declaró la guerra a la Iraq de Sadam Hussein, las encuestas señalaron que el 90% de los españoles se oponía a la invasión. Pues bien, yo me encontraba entre ese 10% de la población que se abstuvo o se negó a manifestarse en contra de la ofensiva, que era una cruzada santa en toda regla. Pensé, ingenuo de mí, que el pueblo iraquí recibiría con los brazos abiertos a los invasores estadounidenses, quienes se les representarían como providenciales salvadores de la autocracia ejercida por Sadam.

Hoy, con la perspectiva de los años, sé que me equivocaba. Pero solamente en parte. No me interesa hablar aquí de la justicia o injusticia de aquella guerra, porque eso depende del código de valores al que nos atengamos. Ciertamente, no existe la guerra justa o la guerra injusta en términos absolutos por cuanto no existe una moral infalible y absoluta. Después de todo, declarar la justicia o la injusticia de una guerra no es más que un jodido juicio de valor. Por eso no voy a decir una sola palabra acerca de los motivos que impulsaron a quienes planearon la invasión. Sí me interesa sopesar las consecuencias de todo el asunto.

Por un lado, la ocupación se ha cobrado millares de muertos, y aún sigue goteando la sangre vertida por las víctimas de los atentados terroristas. Pero no es menos cierto, por otro lado, que el tirano Sadam Hussein fue juzgado y condenado (que la sentencia dictara la pena de muerte es la aberración final de la crónica de un homicidio anunciado). Al mismo tiempo, la ocupación ha verdecido estos días en forma de elecciones libres universales. En efecto, la democracia representativa en Iraq se ha convertido en una realidad puede que impensable para aquellos que en 2003 se opusieron a la invasión del país.

Según los primeros recuentos, Al Maliki parece llevar la delantera a la coalición chií de la Alianza Nacional Iraquí y al partido no confesional del ex primer ministro Iyad Allawi.

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