lunes, 12 de abril de 2010

La derecha avanza en Hungría

Viktor Orban, candidato presidencial del FIDESZ
                                                                                   
La centroderecha mantiene su liderazgo en los comicios presidenciales celebrados en Hungría. Después de salir triunfantes de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, el FIDESZ ha confirmado los pronósticos que le daban por favorito en estas legislativas. Y es que el desgaste acumulado en ocho años de gobierno ha pasado factura al partido socialista MSZP.

Si bien ha visto recortada la ventaja conseguida en las elecciones europeas, el FIDESZ (Alianza de Jóvenes Demócratas) se ha impuesto con un 52% de los votos escrutados. Le siguen a larga distancia el MSZP, con un 19%, y los ultraderechistas de Jobbik (Movimiento para una Hungría mejor), con un 17%, lo que dispara en 12 puntos sus últimos resultados electorales del Parlamento nacional. Así las cosas, llama poderosamente la atención el golpe de timón hacia estribor de la nave húngara.

En espera de la segunda vuelta, el FIDESZ, con mayoría parlamentaria, tiene en sus manos la reforma constitucional que estuvo vendiendo a lo largo de la campaña electoral. Fuera de los típicos brindis al sol que prometen higiene y virtud institucional, el FIDESZ se hace el propósito de agilizar los mercados reduciendo la presión fiscal y abriendo márgenes al sector privado.

Esta convocatoria a las urnas ha registrado una baja participación, motivada a todas luces por el descontento general con la gestión económica del gobierno socialista; de hecho, los analistas coinciden en identificar el clientelismo insidioso de los socialistas como el principal causante de la desastrosa coyuntura que atraviesa la economía húngara. A tal punto llegó el desastre en las cuentas del MSZP que el ejecutivo se vio obligado a dimitir en bloque el pasado Abril.

Los altos índices de corrupción y desempleo explican el preocupante despegue de Jobbik, el partido húngaro del resentimiento nacionalista y antisemita. Una vez más nos encontramos la reacción ultraconservadora ante el descalabro de las administraciones socialistas. Algo parecido vivieron los británicos en vísperas de las últimas elecciones europeas.

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